jueves, 22 de febrero de 2007

El testamento ológrafo



El día 13 de agosto de 1935, cuando aún no habían transcurrido dos meses de la muerte del cantor, surgió, en forma inesperada, un testamento ológrafo esgrimido por quien fuera, en los últimos años, el apoderado del cantor, Armando Defino, y la supuesta madre del mismo, Berta Gardes. Un testamento ológrafo es un papel escrito de puño y letra sin otra intervención que la del propio interesado, motivo por el cual ante las legislaciones de muchos países, entre ellos Uruguay, el testamento ológrafo carece de valor legal. En el mencionado documento, supuestamente Carlos Gardel, declara haber nacido en Toulouce (sic), Francia, y llamarse Carlos Romualdo Gardés sin citar ningún tipo de documento que pruebe lo que, aparentemente, él afirma a través del testamento. Por otra parte, hace constar claramente que “Carlos Gardel” es un nombre artístico, es decir, un seudónimo, sin justificar los motivos por los que toda su documentación legal, sus bienes, propiedades, cuentas bancarias, etc. figuran, sin excepción, a nombre de ese supuesto “seudónimo”. Declara, además, ser nacido el 11 de diciembre de 1890, que Berta Gardes es su madre y única heredera, y nombra albacea testamentario al mencionado Armando Defino. Mediante este testamento, Berta Gardes hereda todos los bienes del cantor en la República Argentina. A lo largo del documento el apellido de la supuesta madre aparece, dos veces, escrito sin acento (Gardes) mientras que, supuestamente el cantor, se menciona a sí mismo con acento (Gardés).

El cambio de identidad del cantor, a poco de morir, se realizó durante uno de los gobiernos mas corruptos, el del general Justo, la vergüenza mas asombrosa de nuestro pasado, sólo superada por la delincuencia política de Menem.

El nombre de la ciudad en que, supuestamente el cantor, dice haber nacido, tiene un error ortográfico, “Toulouce” (con “c” en lugar de “s”). Si realmente Gardel hubiese sido francés habría escrito “Toulouse” como corresponde. Es evidente que el testamento fue “fabricado” con la intención de cambiarle la nacionalidad a Gardel puesto que, siendo hijo único, no necesitaba hacer testamento alguno para que su madre heredara. Así, mediante la aprobación de un testamento falsificado, se lo hizo aparecer a Gardel estableciendo, él mismo, su propia identidad, cosa que nadie puede hacer sin la coincidencia de la documentación correspondiente. Si bien el cantor no tenía una gran instrucción, tampoco era un hombre tan torpe como para creer que él mismo, por su propia cuenta, podía efectuar semejante cambio de identidad sin explicación alguna ni documento que justifique una maniobra de tal envergadura.

La sucesión en Uruguay
Carlos Gardel tenía propiedades en la República Oriental del Uruguay y en aquel país, como en muchos otros, el testamento ológrafo, que no tiene quien lo avale (ni siquiera la firma de un testigo) no tiene ningún valor legal.

Cuesta mucho creer que el cantor, en el improbable caso de haber sido el autor del documento, ignorara que en Uruguay el testamento ológrafo no es legal; se trata de algo muy elemental para quien decide redactar un documento de ese tipo teniendo propiedades, de gran valor, en el mencionado país.
De manera que por los bienes dejados del otro lado del Plata, en marzo de 1936, se inicia en Montevideo la sucesión presentando la Partida de Nacimiento de Charles Romuald Gardes expedida el 23 de agosto de 1921 en Toulouse que, coincidiendo con el testamento, había nacido en esa ciudad el 11 de diciembre de 1890 y era hijo de Berta Gardés y de padre desconocido. Esta Partida de Nacimiento se publicó por vez primera, recién en 1977.

También se reprodujo, en incontables publicaciones, el Acta de Bautismo en que consta que el 11 de diciembre del año 1890 es bautizado Charles Romuald Gardés, hijo de Berta Gardés, nacido el día anterior, 10 de diciembre, en lugar del 11. Con esta documentación solamente, era imposible iniciar una sucesión en Uruguay; sin embargo, todo fue aceptado.
La leyenda de la deserción
Entre las excusas que se inventaron para hacer creíble esta maniobra, se llegó a afirmar que el cantor ocultaba su nacionalidad francesa para poder actuar en Francia porque en ese país era considerado un desertor por no haber cumplido con el servicio militar. Aún hoy, hay quienes consideran incuestionable este argumento y lo usan creyendo en él de buena fe; inclusive hay quienes afirman que Carlos Gardel era desertor de guerra ignorando, que para desertar de la guerra primero hay que estar en ella o, al menos, haber sido convocado.
Armando Defino, autor de este cambio de identidad del cantor, apoyó con su silencio, durante muchos años, todas estas fantasías. Pero en el año 1960, estudian-do la legislación militar francesa de los primeros años del siglo XX, se supo que Carlos Gardel, aún en el caso de haber sido francés, no estaba obligado a cumplir con el servicio militar.

En el año 1961, Armando Defino, que contaba por entonces con 66 años de edad y padecía una enfermedad terminal, intentó escribir un libro que su muerte, ocurrida en junio del año siguiente, no le permitió completar. Dicha obra fue concluida y publicada por su esposa en 1968 bajo el título “Carlos Gardel, la verdad de una vida”. En dicho libro, Defino, que nunca desmintió la leyenda del Gardel desertor, se desliga del tema diciendo: “Nunca supe, porque mi discreción me impidió interrogar a Carlos, sobre el motivo que lo llevó a alterar su nacionalidad”.
La falsedad de esta declaración, lejos de apoyar, se opone totalmente a quienes sostienen la nacionalidad francesa del cantor, puesto que si el apoderado y amigo de Carlos Gardel declaraba que no sabía nada al respecto... ¿que podían saber aquellos que, autoproclamándose investigadores y hasta historiadores, no mostraron jamás interés alguno por conocer profundamente aquello con lo que no estaban de acuerdo, tal como lo hacen los investigadores y los historiadores de verdad?
Sin embargo, y a pesar de todo, aunque la Historia Oficial, tal como actualmente se encuentra, sin la mas mínima disposición para rever las cosas y manejando, en forma desvergonzada, la información, y hasta desinformando, ya desde 1970, tanto en América como en Europa, al menos, se ha comenzado a poner en tela de juicio la nacionalidad francesa otorgada al cantor después de su muerte.

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